sábado, 30 de enero de 2010

Y el 2010 llegó





Un mes después del inicio de este año, he decidido volver a escribir. Por mes y medio se había cerrado la llave de mis palabras, como si el cansancio cortara mi inspiración. Y es que mi cuerpo y mi mente han resentido tanto dolor al que han sido sometidos.

Este 2010 ha empezado con rezago en mi calendario. Los días han llegado y se han ido, uno a uno, casi sin darme cuenta. Pero aquí estoy ¡viva!, el dolor no me me mató, solo me ha hecho más fuerte y me sigue impulsando a mantenerme erguida, aún las lanzas de la ausencia continuen traspasando mi alma.

Han pasado tantas cosas durante este tiempo. La Navidad y el Año nuevo lo recibimos en tierras caribeñas, en medio de unas personas que apenas conocimos y que, sin embargo, nos dieron todo su amor, cual si fueran viejos conocidos. Este paréntesis en nuestra vida, nos sirvió para interiorizar aún más nuestra realidad y tratar de enfrentarla con valentía.

El amor es el único sentimiento que me ha impulsado a continuar con mi vida, sin un pedazo de mi corazón. El amor inmenso por Raquel, a pesar de su muerte, el amor por Ernesto, mi amado esposo, mi compañero, el amor por mi familia, por los antiguos amigos que no nos dejaron y por mis nuevos y entrañables compañeros de camino, los papás y mamás de RENACER.

Empiezo el 2010 con la premisa de amar a la mayor cantidad de gente presente en mi existencia y con la esperanza de que una ténue alegría pueda llenar nuestros corazones.