miércoles, 3 de noviembre de 2010

La esperanza quiere huir


Nuevamente, una espada ha traspasado mi corazón. Como se evapora el agua al caer en tierra ardiente, así se evaporó una vez más mi esperanza.


Raquel. amor de mi vida, si estuvieras hoy aquí, mi cristal sería otro, mi existencia tendría tu sello, puro, maravilloso, angelical. Pero el hubiera no existe, solo es un fantasma que de nuevo me atormenta.


Un peso muy grande cae sobre mis hombros, trato de erguirme, pero no alcanzo a levantar mi cabeza. El futuro es tan incierto, que ni siquiera vale la pena pensar en él y en el presente no hay respuestas, nunca existieron, pareciera que se esconden a mi mente racional.


Hoy se me ha ido otro hijo o hija, esta vez tan pequeño que no puedo nombrar su sexo, pero tan grande, como si se hubiera anidado en mi vientre por 9 meses.


Mi amado bebé, ahora estás con tu hermanita y no voy a mentir, me dan ganas de ir también. Me detiene el gran amor que le tengo a Jesús y por supuesto a mi compañero de camino, ese que se ha enjugado las lágrimas, con el que he llorado hasta los huesos la ausencia de nuestros hijos.


La esperanza se empeña en dejarme, mientras yo me abrazo a ella, temerosa de que se vaya para siempre.