lunes, 21 de diciembre de 2009

Entregar a mi hija



Los días de Navidad se han tornado como lanzas que atraviesan mi corazón. Este tiempo de felicidad para muchos, ha sido para mí un espacio de reflexión.

Ayer un buen amigo sacerdote me recomendó que para continuar con el proceso de duelo sano, debía de entregar a mi hija al Señor. Decirle a Dios que ahí estaba mi niña, que se la daba.

Entregar a Raquel al pasado, despedirme de ella como quien cierra un libro, luego de una lectura muy intensa, es la situación más difícil que haya tenido que enfrentar, luego de su muerte.

Hoy 7 meses después de su partida, todavía le hablo al oído, le digo todo lo que la amo, le cuento cómo estuvo mi día, de mis anhelos, mis sueños, mis miedos.

Si alguien sabe cómo se entrega un hijo, ¿podría enseñarme, podría indicarme qué debo hacer? Mi cerebro solo entiende que ella se fue de esta vida, pero no de mi corazón.

Hoy debo decir que no tengo armas para para entregarla. Hoy solo quiero amar su recuerdo, atesorarlo y mantenerlo vivo dentro de mi alma.

2 comentarios:

Connie dijo...

Ayyyyy Ale, y hay que entregarlo?

No es que ya nos los arrebató de nuestras manos? Y encima de eso hay que entregárselo???

No amiga, no es posible, lo siento pero no. No quiero, no me da la gana, ya se lo llevó la muerte, el silencio y el viento, no más dolor, por favor.... NO quiero, pues, aunque no sé si es posible que me haga aun mas falta, me hará falta,

Y es que no concibo las noches sin pensarlo, y esperarlo. Me estaré volviendo loca? si no es que ya lo estoy? Aun lo espero en el murmullo del viento, espero que sus ojos vuelvan a mi, sus manitas, sus sonrisAS. NO, YO NO LO ENTREGO MAS, QUE MAS HAY POR ENTREEGAR SI DE POR SI YA NO ESTA CONMIGO, CONMIGO, CONMIGO.

Ay amiga, muero de dolor, muero de desvelo, me alivia el pensar en mi muerte, eL IR HACIA ÉL y el volver a tenerlo, con recelo, con egoismo, solo mio.

Eduardo Mena, Papá de Rebeca y Guayo dijo...

Nuestros hijos nunca se van a ir, ya están allá, del otro lado del umbral.

Ellos no van a volver acá, así que nosotros tenemos que aprender maneras de “ir allá”. Es decir, aprender a relacionarnos con ellos espiritualmente. Porque eso es lo de ellos que no se acabó con su muerte. Su espíritu. Ellos siguen viviendo, pero de otra manera.

Podemos “ir allá” en los recuerdos que tenemos de ellos, en lo que la vida nos ha enseñado a causa de su partida, en lo que queremos ser y hacer en honor a ellos, en el gran amor que ellos nos hacen sentir y dar a otros.

En algún momento nos damos cuenta de que realmente están del otro lado y que no van a regresar, entonces lo aceptamos como un hecho irrevocable y dejamos de pelear con todas las posibilidades y nos entregamos a seguirlos amando en el recuerdo amoroso que nos han dejado, sin exigir su presencia física para seguirlos amando.

Yo sí despedí a mi hija y desde ese día me libré de un peso que me aplastaba para empezar a buscarla de otra manera. Y creo que la he encontrado. De corazón, te lo digo. Ella está ahí.

Antes de eso vivía día a día su ausencia, luego de eso vivo cada día su presencia. Es difícil explicar, lo he hablado mucho con Ruth, pero de alguna manera ahora sé que ella está allí a nuestro lado siempre y me da paz, esperanza, deseos de seguir luchando, seguir viviendo y seguir dando amor.

Creo que ya habías leído lo que escribí del día que le dije a mi hija que se podía ir (Permiso de ir al cielo). Esto es algo personal. No tiene por qué ser igual para todos. Te lo comparto en ese sentido. Ale, te amamos, de corazón.

http://gruporenacercr.blogspot.com/search?q=permiso+cielo