domingo, 23 de agosto de 2009

Hace frío...


Hoy amaneció y sentí mucho frío, pero no solo sentí frío en mi cuerpo, sino, un pedazo de hielo cubriendo mi corazón. Como si el tiempo hubiera retrocedido, sentí el mismo dolor que aquel día en el que sonó el teléfono en la madrugada para anunciarnos que nuestra hija había muerto.

Dicen los expertos que el duelo es así, te sube y te baja como una montaña rusa de dolor, de donde no te podés bajar, aún tengas náuseas y estés volviéndote loca.

¡Qué dolor tan enorme azota el interior del ser de una madre que sufre la ausencia de una hija! Solo aquel que lo siente en carne propia, podrá entender mis palabras...

A mi amada Raquel, el viernes, le pusieron su placa con su nombre en el cementerio, sentí un golpe en el estómago cuando la vi, mi bebita...murió.

Sopla el viento fuerte y mueve las cortinas, pero más intenso sopla el viento de tristeza en nuestra vida. Una vida que hoy debió haber estado llena de llanto angelical y pañales, una vida que no será la misma sin nuestra Raquel, aunque hayan pasado 50 años.


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