sábado, 1 de agosto de 2009

La muerte no es contagiosa

Muchas veces no entiendo al ser humano. En momentos en donde la solidaridad, la empatía y el abrazo fraterno son necesarios, muchos huyen sin importarles el familiar o el amigo que necesita desesperadamente su sola presencia.

Durante el duelo por la muerte de Raquelita he podido observar como personas que mientras estuve embarazada me llamaban todos los días, me visitaban o enviaban mensajes, simplemente desaparecieron. No llaman, no escriben, no existen. Es como si quisieran evitar que la muerte "se les pegue". Otros me han enviado mensajes con terceras personas que me invitan a llamarlas, "dice fulanita que la llame". Yo lo tomo como "cuando esté bien y contenta llámeme, no puedo con su tristeza". Nunca voy a llamar.

Los papás que van adelante en el proceso, me dijeron que ese comportamiento se daba porque la gente no sabe qué decir, se asusta y decide mejor alejarse. Pero sigo sin entender. ¿Cómo es posible que el dolor de ese que decías que era tu amigo no te sensibilize, que no te den ganas de llamar solo para decir "quería que supieras que me importa lo que te pasa, que me siento triste y que oro todos los días por vos". No hace falta consolar lo inconsolable, no hace falta tratar de encontrar respuestas o emitir creencias religiosas de un Dios castigador como el que dice " Dios sabe por qué lo hizo o Dios no le da cargas a quien no las puede llevar". Pienso que, el Dios en el que creo no deseaba la muerte de mi Raquel.

Con la muerte de nuestra hija se abrió una gran herida, pero también se me abrieron los ojos para saber con quien realmente puedo contar. Parece difícil de creer, pero en casos donde el dolor toca la puerta de unos amigos, lo que se necesita para apoyarlos es únicamente amor.

2 comentarios:

LauraO dijo...

Querida Ale, cuando cuentas esto me duele en lo más profundo, porque como vos, me parece increíble que la gente en lugar de abrazarte, considere que es mejor evitar. Pero creo que el dolor que en efecto ustedes llevan es tan grande, tan profundo, y tan desbordante, que la gente simplemente no se acerca porque no sabe cómo manejarlo, cómo no cometer una imprudencia, cómo no lastimarlos más. Si bien no puedo justificar ese comportamiento, lo comprendo, y lo prefiero, antes de que estén diciendo cosas que no te sirve para nada escuchar. Estoy segura que todos quienes te queremos, quisiéramos hacer algo más de lo que estamos haciendo por acompañarte en este proceso pero el dolor es tan insondable, que solo Dios, que te ama y sufre con vos en este momento, puede abrazarte como lo necesitás. Yo oro cada mañana y cada noche porque así sea. Te quiero mucho y estoy con vos!

Ernesto Castillo (Papá de Raquel) dijo...

Laurita, muchas gracias por tus palabras. Lo cierto es que esta situación es tan dolorosa como compleja. Compleja social y emocionalmente, para mencionar dos modos. Lo que puedo decirte es que nuestra vida tiene dos partes, antes y despúes de Raquel. Después de Raquel, sin mentirte, es otra vida. Vemos el mundo con otros ojos y por lo tanto, vemos a las personas y las relaciones con un cristal diferente, más agudo quizás. Entonces descubrimos, dichosamente a mi gusto, que este es el mejor momento para saber quién está realmente cerca y quién no. Como la esencia viene en envases pequeños, no son muchos los que, como ustedes, han estado ahí y nos han dicho "aquí estamos", y eso representa todo el apoyo que necesitamos, no más, no menos. Todo lo demás nos tocará a Ale y a mí llevarlo a cuestas. Gracias por su apoyo.