lunes, 6 de julio de 2009

La muerte es una graduación

Algunas veces quiero gritar y gritar hasta que ya no me queden fuerzas. Aquel 9 de mayo perdí un pedazo de mi misma y todas las piezas de mi cuerpo de desacomodaron. Mi corazón no está donde debería, tampoco mi cerebro, mi alma parece indecisa entre si desea vivir con todas sus fuerzas o morir poco a poco. Claro esto se complica mucho, porque vivir o morir, no es decisión mía.

Quizá lo más difícil es pensar en volver a "la normalidad". Tenés que enfrentar un mundo en el que se niega todos los días la muerte. Por esta razón, las personas, aún cercanas prefieren evitar el tema a toda costa, al mismo tiempo que te impulsan a "ser valiente y no llorar".

El duelo es un proceso complejo, que puede durar años. Mientras estás en él, tu mente trabaja al 50% y todas tus tareas cotidianas que antes te tomaban minutos, ahora te tomarán horas, no podés pensar con claridad, la vida pasa más lento para uno, mientras que el mundo gira y gira sin parar. En definitiva los que no han vivido en carne propia el dolor de la muerte de un hijo, no dimensionan el impacto que tiene sobre un ser humano y es posible que no entiendan estos cambios en el doliente.

Como una forma de cuidar mi corazón de las frases o las acciones hirientes, aunque sin intención, he pasado la mayor parte de este tiempo tan doloroso, conmigo misma en mi casa o con mi esposo. He tratado de crear un armazón que me prepare para esos nuevos doloresComprobar ortografía que sentiré a causa de comentarios dichos a la ligera con todas las buenas intenciones. No sé si lo he logrado.

Solo sé que ahora la vida y la muerte se me presentan casi como si fueran lo mismo, como dice la Dra. Kubbler Ross, la vida es la escuela y la muerte la graduación.

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