sábado, 25 de julio de 2009

Trabajar sin Raquel


Mi primer día de trabajo, luego de la muerte de Raquel, fue como el primer día en el kinder, pero sin la inocencia infantil.

Ayer pasaron por mi mente como en los cuadros de una película de cine, los bellos momentos que me hizo vivir mi hija durante el embarazo. Los antojos, las patadas, el sonido de su corazón en el consultorio del doctor, el curso de preparación para el parto, los chineos de mis compañeros...


Cuando me bajé del carro en el parqueo, recordé la última vez que había dejado ese lugar el 30 de abril, llena de la ilusión de una madre que se dispone a vivir su maternidad en pleno. 10 días después estaríamos sepultando a mi bebé.


Luego caminé los 300 metros que separan el estacionamiento del banco y cada paso que daba me recordaba a mi hija, la ventana con la ropa de bebé que antes veía con ilusión, ahora me parece macabra, hasta la pastelería que hace apenas 3 meses era mi lugar preferido por los antojos, hoy me resulta un lugar insoportable.


Al llegar al banco todo estaba igual, la señora que vende repostería, el muchacho que vende discos, los guardas, la venta de frutas de la soda, en fin todo estaba en su sitio, excepto yo.


Llegué al trabajo antes de las 8 a.m. para evitar ingresar con el tumulto de compañeros. Aún así, una compañera me saludó efusivamente y yo no pude responderle el saludo, me quedé paralizada sin saber que decir.


Ya en mi oficina debí cerrar las persianas que dan hacia San José, porque uno de los primeros edificios que se divisa desde mi ventana es el lugar en donde nació y se agravó mi pequeña. Desde ahí la trasladaron al borde de la muerte al Hospital de Niños, aquel terrible 6 de mayo en la madrugada. Solo verlo me causó vértigo.


Me senté en mi escritorio, encendí la computadora, esperando un halo de normalidad dentro de mí que no llegó y no llegará. "Relaciones Corporativas Alejandra le atiende" contesté al sonar el teléfono y una ola de tristeza llenó mi corazón.


¡Volví al trabajo sin mi barriga, sin mi hija, sin esperanzas!

2 comentarios:

Alvaro Alvarado dijo...

Si Ale, definitivamente es duro este caminar, pero importantísimo expresarlo. De esta manera no le dás fuerzas al temor, a la soledad, a la tristeza, que son los fantasmas que se nutren de nuestro dolor.
He leido con calma este relato y no puedo más de darte apoyo y mucha empatía.

Sigue adelante.

LauraO dijo...

Ale, ahora no lo podés ver, pero podrás aprender a vivir con esto. Tu blog está cumpliendo muchas misiones, y una de ellas precisamente es hablarme a mí de muchas manera. gracias por compartir tu corazón con quienes te seguimos.